De hecho, los pacientes con enfermedades dermatológicas tienen un 20% más de alteraciones emocionales respecto al resto de la población. Esto confirma la constante interacción entre la mente y la piel.
Esta respuesta conjunta podría explicarse debido al origen ectodérmico común de la piel y el sistema nervioso. Siendo este el caso, el estrés como un mecanismo de alteración emocional tiene una manifestación física en la piel.
Múltiples condiciones neuroinflamatorias cutáneas pueden ser ocasionadas o agravadas por el estrés. Es el caso de afecciones como:
Asimismo, el estrés psicológico representa un impacto negativo en la función de la barrera cutánea, haciendo más lenta la curación de heridas y acelerando el envejecimiento cutáneo.
Por lo anterior, es importante valorar la salud mental en nuestro día a día, tomar medidas para reducir el estrés como hacer actividad física o practicar hobbies, así como acudir al dermatólogo de inmediato en caso de presentar este tipo de afecciones cutáneas.